La incertidumbre puede causar más estrés que el dolor inevitable
Según un estudio que se publica en Nature Communications, realizado por el University College de Londres, la incertidumbre de saber si se va a sufrir dolor o no causa más estrés que un dolor inevitable.
Redacción. Diario Médico Madrid | 29/03/2016 13:31
Un estudio que se publica en Nature Communications, realizado por el University College de Londres (UCL), ha demostrado que la incertidumbre de saber si se va a sufrir dolor o no causa más estrés que un dolor inevitable o la ausencia del mismo.
El estudio observó que las situaciones en las que los sujetos tenían una probabilidad del 50 por ciento de recibir descargas eran las más estresantes, mientras que el 0 por ciento y el 100 por ciento de las posibilidades fueron las menos estresantes. Las personas cuyos niveles de estrés siguieron la incertidumbre más de cerca eran mejores en adivinar si recibirían o no una descarga, lo que sugiere que el estrés puede emitir juicios de riesgo.
En la investigación participaron 45 voluntarios, que jugaron a un juego de ordenador en el que tenían que adivinar si debajo de unas rocas habían serpientes o no. En caso de haber una, los voluntarios recibirían una pequeña descarga eléctrica en la mano. Con el tiempo, aprendieron que las rocas eran más susceptibles de albergar serpientes, pero esas probabilidades cambiaron a lo largo del experimento, generando variaciones en los niveles de incertidumbre.
La incertidumbre de los participantes de que cualquier roca tendría una serpiente se estimó a partir de las conjeturas de los voluntarios mediante un modelo computacional sofisticado de aprendizaje. Esta incertidumbre coincide con los niveles de estrés recibidos por los participantes, que también fueron observados a través de la dilatación de la pupila y de la transpiración.
«El experimento nos permite sacar conclusiones del efecto de la incertidumbre sobre el estrés. Resulta que es mucho peor no saber que se va a sufrir una descarga que saber que sin duda habrá o no descarga. Observamos exactamente los mismos efectos en las medidas fisiológicas: las personas sudan más y sus pupilas se agrandan cuando se presenta más incertidumbre», ha afirmado Archy Berker, autor principal del estudio y del Instituto de Neurología del UCL.
Esta es la primera vez que se cuantifica el efecto de la incertidumbre sobre el estrés, pero probablemente el concepto sea familiar para muchas personas.
«Al solicitar un trabajo, es probable que uno se sienta más relajado si piensa que es una posibilidad muy remota o si está seguro de que le aceptarán. El escenario más estresante es cuando realmente no se sabe. Es la incertidumbre la que nos angustia. Ocurre lo mismo en muchas situaciones, por ejemplo cuando se espera a unos resultados médicos o a la información sobre el retraso de los trenes«, ha explicado Robb Rutledge, coautor y del Instituto de Neurología del UCL.
El estrés en el mundo moderno es a menudo visto como una respuesta negativa y contraproducente, pero el estudio también observó un beneficio potencial. Las personas cuyas respuestas estresantes aumentaron en los periodos de mayor incertidumbre eran mejores para juzgar si en las rocas había o no serpientes.
«Desde una perspectiva evolutiva, los resultados de que las respuestas al estrés están ajustadas a la incertidumbre medioambiental sugieren que puede haber algún beneficio en la supervivencia. Las respuestas al estrés podrían ser útiles para aprender sobre inseguridad, y cosas peligrosas en el entorno. La vida moderna viene con muchas fuentes potenciales de incertidumbre y estrés, pero también ha introducido formas de abordarlos. Por ejemplo, las aplicaciones de los taxis muestran dónde hay un coche disponible, lo que tranquiliza al reducir la incertidumbre sobre cuándo llegará», ha explicado Sven Bestmann, autor principal del estudio y del Instituto de Neurología del UCL