La omisión, detrás de la ‘nueva’ mala praxis médica
Oncología y Neurología, donde más se registra pérdida de oportunidad. La condena por falta de pruebas se asocia a una menor indemnización.
Diario Médico. Soledad Valle. soledad.valle@unidadeditorial.es 20/03/2017
Carlos Sardinero, abogado y doctor en Medicina y Derecho, es el autor de la tesis Responsabilidad por pérdida de oportunidad asistencial en la medicina pública española. (Jose Luis Pindado)
El «dejar de hacer» tiene menos condena judicial que la actuación médica negligente que causa un daño directo al paciente. Esta es una de las conclusiones a las que llega el estudio elaborado por el abogado experto en Derecho Sanitario, Carlos Sardinero, doctor en Derecho y en Medicina.
El trabajo, su tesis doctoral, estudia las 519 sentencias condenatorias por mala praxis sanitarias dictadas en el ámbito de la sanidad pública por las salas contenciosas de los tribunales superiores de justicia de toda España, durante los 12 años que van de 2002 a 2014 y que, además, han sido resueltas con la doctrina de la pérdida de oportunidad.
- Julián Benito: «Estamos fallando por errores de diagnóstico, más que por tratamientos inadecuados o falta de información al paciente, según recoge el trabajo de Sardinero”
El trabajo confirma algunas impresiones. Por ejemplo, el aumento de las reclamaciones judiciales por demandas médicas: en los cuatro últimos años del estudio (de 2010 a 2014) se produjeron 351 sentencias (un 67,6 por ciento de las totales), lo que supuso más del cien por cien de aumento respecto a las 168 (32, 4 por ciento) ocurridas en los primeros ocho años (de 2002 a 2009). La mayoría de los pacientes fueron varones (56,1 por ciento), que fallecieron (57,4 por ciento); siendo las patologías que más frecuentemente originaron la condena la Oncología (26,4 por ciento) y la Neurología (17,3 por ciento).
La denominada doctrina de la pérdida de oportunidad en el ámbito sanitario reduce las indemnizaciones que se conceden a los pacientes, porque estas cuantías están encaminadas a resarcir «la posibilidad de que el paciente hubiera mejorado si el médico no hubiera omitido la prueba o el tratamiento que motiva la demanda», apunta Sardinero.
Una lectura judicial
Es decir, no existe una relación de causalidad directa entre la actuación médica y la secuela del paciente. Así, se calcula la indemnización como una probabilidad de supervivencia o de mejora del paciente que, en un 82,1 por ciento de los casos, la fija el magistrado «a tanto alzado» (ver información adjunta).
- Bernardo Perea: «La tesis confronta la idea que existe de que estamos sobrediagnosticando y la realidad judicial que muestra que, a pesar de ello, se condena porque no se hacen pruebas”
Sardinero explica que, por este motivo, «se llega a la incongruencia de que la propia negligencia del sistema sanitario por la omisión de la diligencia debida es lo que le ofrece una cobertura para reducir la indemnización». Pues señala que «no realizar una exploración adecuada (electrocardiograma, análisis, encimas cardiacas, radiografía de tórax) sirve para reducir significativamente la indemnización porque esa falta de prueba y de tratamiento provocan que no se conozca si el paciente habría sobrevivido».
Pero el trabajo de Sardinero no se queda en la lectura judicial, y quiere trascender a la práctica médica y mejorarla. Afirma que «los resultados podrían facilitar la práctica más segura de la Medicina, tanto para el paciente como para el profesional, así como establecer unos criterios que ofrezcan alguna previsibilidad ante posibles reclamaciones judiciales envueltas en la pérdida de oportunidad».
Julián Benito, neurólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid, y uno de los tres directores médicos de la tesis, reconoce que «antes de poder solucionar un problema hay que conocer cuál es y a eso ayuda mucho este trabajo, pues no hay ningún estudio igual en la literatura española. Aquí se ha puesto de manifiesto que en Oncología y en Neurología estamos fallando por errores de diagnóstico, fundamentalmente, más que por tratamientos inadecuados o por falta de consentimiento informado».
- Andrés Santiago: «El problema en Oncología está en confiarse que todo va bien y perder la alerta con el paciente. Hay que hacer un esfuerzo para identificar los indicadores de sospecha”
Manejo en Neurología
Juan Pablo Romero, neurólogo del Hospital Beata Mariana de Madrid, también insiste en la lectura útil y positiva del estudio y la obligación de «minimizar esa pérdida de oportunidad del paciente, que es la pérdida de un tratamiento adecuado». En este sentido, Romero reconoce que en su especialidad el tiempo juega un papel fundamental; «por ejemplo, en el tratamiento de un ictus, sabemos que si no han transcurrido cuatro horas y media desde los síntomas, el paciente puede responder a una fibrinólisis con rtPA, que mejora el pronóstico. Pasado ese tiempo, pierde la oportunidad de reducir las secuelas. Pero esa rapidez en la intervención no depende solo de nosotros. Es un trabajo de equipo, desde el traslado urgente del enfermo, hasta la realización de pruebas». Y añade: «Este estudio indica la necesidad de establecer auditorias médicas dentro del servicio, donde se examine todo el procedimiento para detectar el fallo».
Bernardo Perea, director de la Escuela de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense de Madrid y también director de la tesis de Sardinero, reconoce que le han sorprendido los resultados estadísticos al ponerse de manifiesto que «todavía sigue existiendo el infradiagnóstico». Perea afirma que el trabajo muestra «una confrontación entre la idea de que estamos sobrediagnosticando y la realidad judicial que nos dice que,a pesar de eso, se está condenando porque no se están haciendo las cosas que se tienen que hacer».
Organización
Sobre las especialidades más demandadas, Perea quiere aclarar que aunque se señale a Oncología general (26,4 por ciento), Neurología (17,3 por ciento) y Cardiología (15 por ciento) como las principales condenadas por pérdida de oportunidad, «detrás de ellas están los problemas de organización sanitaria e intrahospitalaria y, de esos casos, hemos visto muchos en el estudio». En Oncología, por ejemplo, «habría que determinar qué se debe al oncólogo, al radiólogo o a errores en Anatomía Patológica».
Elena Labajo, del Departamento de Toxicología y Legislación Sanitaria de la Universidad Complutense de Madrid, en su actuación como perito reconoce que «cada vez es más frecuente no actuar para evitar causar daño y así cubrirse las espaldas. Es decir, hay una tendencia hacia la omisión o postergamiento de la atención, porque en muchos casos se quiere contar con mucha seguridad antes de hacer nada. Es decir, se quiere proteger la actuación médica hasta perder la oportunidad asistencial».
Como ejemplo, señala que en patologías oncológicas, por ejemplo, «en muchos casos, se solicitan demasiadas pruebas antes de actuar, de modo que cuando se va a intervenir ya es demasiado tarde».
Andrés Santiago, jefe de Medicina Legal del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y el tercer director de la tesis, señala que en Oncología el problema está en «confiarse de que todo va bien y perder la alerta con el paciente. Hay que trabajar para identificar los indicadores de sospecha de patología y, a partir de ahí, realizar las pruebas necesarias».
Así, los facultativos reconocen la utilidad que para la atención sanitaria tienen los trabajos de análisis de condenas; es decir, de errores médicos, como el de Carlos Sardinero, «si bien no podemos asumir de manera absoluta que la valoración judicial sea la verdad médica», apostilla Perea.