Resumen del Informe del CBE sobre priorización recursos sanitarios
(Rer bioeticaweb.com)
El 25 de marzo el Comité de Bioética de España ha emitido un Informe sobre la priorización de los recursos sanitarios. Parece que la petición de este informe surge del gobierno en relación con las Recomendaciones hechas por el Grupo de Trabajo de Bioética de la SEMICYUC (Sociedad Española de Medicina intensiva, Crítica y Unidades coronarias) respecto a la protección de las personas vulnerables, concretamente el tratamiento de las personas discapacitadas.
El Comité abre su horizonte, que por otra parte es su función, y se propone además de abordar la consulta concreta que se nos formula, también otras cuestiones y reflexiones bioéticas directamente relacionadas con la crisis del coronavirus que creemos de importancia trasladar a la autoridad consultante y al conjunto de la opinión pública (introd.)
En su Informe hace tres precisiones importantes:
1) La necesidad de atender en primer lugar a los profesionales sanitarios, con el fin de que estos puedan atender a más pacientes (9.1).
2) Las decisiones deben adoptarse desde la perspectiva del interés de todos los pacientes ingresados y no solo de los pacientes con coronavirus. El Comité de Bioética ve imprescindible llegar a unos criterios comunes para todo el territorio nacional (3) y que la asignación de recursos sea igual para todos los españoles (9.2).
3) Cualquier criterio o protocolo para racionar unos recursos escasos nunca puede aplicarse de manera mecánica o automática: todo ser humano tiene derecho a una consideración personal (9.3) Deben continuar prestándose las terapias que precisan las personas con discapacidad (9.7).
La priorización de recursos parte del principio de que cualquier criterio que se adopte deberá basarse en el pleno respeto a la dignidad de la persona, la equidad y la protección frente a la vulnerabilidad (9,2).
Este principio ilumina y atraviesa todas las decisiones:
- es horizontal incluye a todos los pacientes, ingresados con coronavirus o con otra enfermedad, no vertical, otorgando prioridad a los pacientes de coronavirus (9.4),
- es un principio claramente diverso del enfoque utilitarista que asume que el valor moral de las personas es intercambiable: la salud que unos ganan compensa a la que otros pierden, siempre que el resultado sea una suma positiva (…)
- Ni justifica el que unas personas sean usadas como medios por otras, tampoco es correcta la compensación interpersonal de las vidas humanas entre sí con el fin de maximizar unos presuntos beneficios colectivos lo que es incompatible con la primacía de la dignidad humana(9.6).
- No hay que confundir la diversa utilidad de los recursos en unos u otros pacientes, con el planteamiento utilitarista para valorar a esos pacientes.
Es, como precisa el Informe del Comité, extremadamente ambiguo y éticamente discutible, el término “utilidad social” que recogen algunas de las recomendaciones aprobadas y publicadas recientemente por sociedades científicas porque todo ser humano por el mero hecho de serlo es socialmente útil, en atención al propio valor ontológico de la dignidad humana (9.6). No es menos ni más «útil social», por sí mismo, una persona discapacitada que una que no lo es. No tenerlo en cuenta, supone un error o un olvido de graves consecuencias para la sociedad.
Los criterios de limitación de recursos no resultan válidos cuando se toman aisladamente por: edad (3), prioridad en el tiempo (9.6), enfermedad, vulnerabilidad, discapacidad (9,7), deterioro cognitivo (9.7), como si fuera posible cuantificar sin más estos valores y formular matemáticamente una relación coste-beneficio.
Estos criterios se han de valorar en su conjunto, además de tener en cuenta la eficacia, eficiencia, efectividad, seguridad y utilidad terapéuticas, las ventajas y alternativas asistenciales, y el cuidado de los grupos menos protegidos o de riesgo y las necesidades sociales, así como su impacto económico y organizativo.(9.6). Es preciso un marco ético de valores múltiples que se pueda adaptar, dependiendo del recurso y el contexto en cuestión” y entre ellos “maximizar los beneficios, tratar por igual, promover y recompensar el valor instrumental y dar prioridad a los más desfavorecidos” (9.6). Porque como dirá Emanuel et al. ningún valor es suficiente por si sólo para determinar qué pacientes deben recibir recursos escasos(9.6).
Igualmente, estos criterios son válidos no sólo en el contexto de una pandemia, también en las situaciones ordinarias los recursos son escasos (8) y por tanto está justificado la adopción de un criterio de asignación basado en la capacidad de recuperación del paciente, en todo caso se debe prevenir la extensión (…) de prejuicios contrarios hacia las personas mayores o con discapacidad (9.6)
Recomendaciones:
- Los criterios únicos de priorización a nivel nacional deben estar fijados por el gobierno (9,2).
- Cualquier criterio o protocolo que se adopte para racionar unos recursos escasos nunca puede aplicarse de manera mecánica o automática: todo ser humano tiene derecho a una consideración personal. Ello no obsta para no tratar de establecer unos criterios generales de priorización que, en todo caso, deben ser aplicados de manera individualizada (9.3)
- En el proceso de toma de decisiones, si surgen situaciones complicadas y de incertidumbre, convendrá consultar con el Comité de Ética Asistencial (CEA) para que pueda ayudar en la prevención o resolución de conflictos de valores entre las partes implicadas (9.5).
- Se deben priorizar a los niños, adolescentes, personal sanitario y personas con discapacidad(9.7)
El Informe termina reclamando una memoria social que no olvide adoptar las medidas económicas, materiales y personales para dotar de verdadera dignidad a unas profesiones que, como estamos comprobando una vez más, cumplen un papel tan esencial para el sostenimiento de la vida de las personas y las sociedades (11).
Por nuestra parte añadiríamos alguna sugerencia:
Que se replantee la necesidad de que en el proceso educativo entre también la formación ética de estos profesionales. Desde hace unos cuantos años se ha promovido la actualización de los conocimientos técnicos, pero se han dejado de lado los aspectos humanísticos de esta profesión. A lo sumo algunas horas dedicadas a los aspectos legales. Seguramente una mejor preparación ética disminuiría el estrés de tener que tomar decisiones graves sin las herramientas necesarias para conocer lo que es éticamente bueno o malo.
Que se tenga en cuenta el principio de precaución en cuanto al uso de terapias experimentales de urgencia para que tengan validez científica: La protección de los pacientes debe preservarse y por tanto el diseño de posibles estudios clínicos debe ser validado y refrendado por el comité ético correspondiente así como llevarse a cabo de forma coordinada con varios centros para alcanzar suficiente significación, evitando individualismos investigadores que manifestarían posibles sesgos. La evidencia científica debe ser sólida.