ÉTICA EN LA VACUNACIÓN DEL LA ENFERMEDAD DE LA COVID-19: NADIE ESTARÁ SEGURO HASTA QUE TODOS ESTEMOS SEGUROS
Dr. Gabino de Diego Aranda
Trabajo fin del curso de Expertos en Ética para Sanitarios
La aparición de una nueva enfermedad ha puesto en evidencia la falta de solvencia ante las enfermedades víricas, pero, también, ha puesto de manifiesto la capacidad de reacción de la sociedad científica para lograr, en poco tiempo, un remedio eficaz.
Las consecuencias que ha provocado esta enfermedad han sido sanitarias y económicas y, para evitarlas, se han empleado importantes recursos económicos públicos y privados, aunque no se ha conseguido frenar su terrible progresión. Quizás hemos tenido un exceso de confianza en que los sistemas de salud de los países desarrollados iban a ser capaces de controlar esta situación y que apenas nos llegaría afectar como lo ha hecho.
Para solventar esta epidemia no solo se necesitan medidas políticas, sino que la sociedad cumpla con las normas básicas de higiene preventiva dictadas por los Servicios de Prevención.
La enfermedad y su expansión
El agente causante de esta enfermedad es el virus conocido como SRAS-Cov2. Virus de origen animal y emparentado con el SRAS-Cov1, causante de la epidemia anterior. Este virus tiene una gran capacidad de contagio y, como el resto de los virus, de mutación, consiguiendo hasta la actualidad siete mutaciones conocidas, cada una de ellas con mayor capacidad de contagio, pero no la gravedad.
El desconocimiento de la enfermedad, su gran capacidad de contagio, que facilita su expansión, y la falta de tratamientos eficaces, la hacen más peligrosa y grave.
Aunque es una enfermedad de limitada mortalidad, pero su especial predilección por las personas de mayor edad y las más vulnerable, acrecienta la mortalidad y provoca importantes secuelas conocidas como COVID crónico.
El desarrollo de la vacuna y de la vacunación
La necesidad de encontrar una solución a esta enfermedad no puede ser una excusa para menoscabar nuestra honestidad, ni para asumir una actuación inadecuada, no podemos abandonar la buena conducta que cualquier proceso médico exige. Lógicamente, cualquier actividad que realicemos tiene que ir acompañada siempre de un correcto comportamiento ético en todos sus aspectos.
El desarrollo de una vacuna tiene cuatro etapas diferentes: Investigación, Producción del producto, la distribución o logística y la vacunación.
Ética en la Investigación
La investigación de una vacuna la justifica la severidad de la enfermedad, su contagiosidad y los efectos secundarios que causa. Normalmente, la investigación se produce después décadas de conocer la enfermedad, su transmisión y su inmunidad. En esta ocasión, la investigación se inicia de manera paralela a la aparición de la enfermedad, obligada por su gran contagiosidad, su rápida extensión a todos los lugares del mundo y su predilección por las personas mayores y las más vulnerables, causando una importante mortalidad en este grupo de personas.
Para facilitar este camino, entidades como la FDA han ofrecido unas condiciones más favorables para esta investigación, pero sin modificar las de seguridad. Cualquier investigación con personas precisa la firma de un consentimiento informado que permite la protección de sus datos. Sin embargo, una investigación que tenga especial importancia para la colectividad puede eludir esta obligación. Esta posibilidad estuvo avalada, inicialmente, por el Código de Nuremberg, de 1949 y, posteriormente, fue confirmada por la Declaración Internacional de la UNESCO(artículo 14), EL Reglamento 2010/70 del Parlamento Europeo de 27 de abril y la Declaración de Helsinki de 2017 y el artículo 29 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En nuestro país, la AMM propone, además, que el uso de estos datos tiene que estar autorizados por un Comité independiente de Ética. Por lo tanto, no se requiere la firma de un consentimiento informado cuando la investigación tenga un gran interés social.
De todas formas, los datos han de estar ocultos, para salvar la intimidad de las personas, a través de la Seudonimización y la Anonimización, siguiendo los criterios del artículo 4.5 del Reglamento de la Unión Europea que, también, están avalados por el Comité Internacional de Ética y la Agencia Española de Protección de Datos. De cualquier modo, la utilización de los datos bajo los sistemas de ocultación debe estar admitido por un Comité de Ética de la Investigación.
Ética en la fabricación
La fabricación de estos productos, de alta tecnología, deben estar presididos por todos los principios éticos y técnicos. Además, su producción debe hacerse en laboratorios que posean la capacidad y la tecnología suficiente para su fabricación. Por lo tanto, la producción queda en manos de las sociedades más desarrolladas que imponen los precios y los plazos de entrega.
Ética en la distribución
La cooperación internacional es un aspecto clave para que los países poco desarrollados puedan tener posibilidad de conseguir la vacuna, además, evita la aparición de los nacionalismos eludiendo la aparición de las desigualdades y las compras masivas avanzadas.
La OMS ha creado un marco de colaboración denominado acelerador ACT, para evitar este nacionalismo y conseguir la solución integral a nivel mundial, evitando el desabastecimiento por causas económicas. Nace gracias al apoyo de los países del G-20, la Comisión Europea, Francia y la fundación Bill y Melisa Gates y formado por la OMS, la CEPI, la alianza GAVI, el Fondo Mundial para el estudio de enfermedades como la Tuberculosis, el sida y la malaria, Unitaid, el FIND, el Wellcome Trust y el Banco Mundial.
Esta plataforma se apoya en cuatro pilares entre los que destacamos el tercer pilar conocido como COVAX y dedicado a la compra y distribución de las vacunas a los países desfavorecidos. Es indudable que sin la dirección y el apoyo económico de más de 190 países, esta organización no hubiera podido comprar vacunas para terceros países.
Ética en la vacunación
En la situación actual, cualquier decisión va a desencadenar tensión sobre los derechos individuales, pero no es óbice para primar lo colectivo sobre lo individual. La Bioética tiene la obligación de buscar el equilibrio entre ambas posiciones.
Para gestionar esta situación lo primero es hacer acopio de todo el material sanitario necesario para la vacunación y establecer los criterios para ello, que tienen que ser iguales para todos. Cualquier decisión que se tome limitará los derechos fundamentales, y este tipo de decisiones solo puede adoptarlas el Gobierno, que es el único que constitucionalmente está autorizado para esto.
Debido al escaso número de vacunas se han de establecer criterios de selección. Entre ellos, la elección de las personas a las que más se les pueda beneficiar, pero limitando sus riesgos, priorizar a las poblaciones más vulnerables y no excluir por razones ideológicas, raza, sexo o religión, serían los criterios más destacados.
Desde este punto de vista, consideramos que los primeros que deben vacunarse es el personal sanitario y trabajadores esenciales, en segundo lugar, las personas más vulnerables y las mayores de 65, aunque es un grupo ética y legalmente complejo por la implicación en diferentes aspectos.
De todas maneras, los criterios nunca pueden ser rígidos sino que deben adaptarse a las condiciones de cada persona, porque hay enfermos no enfermedades. Éticamente, la decisión que adoptemos tiene que beneficiar a todos los pacientes y no sólo a los que padecen una determinada enfermedad.
La vacunación, aunque sea el mejor y único medio para combatir esta enfermedad, no existe ninguna base legal que obligue a ello. El derecho de autonomía crea un dilema ético entre el derecho individual a decidir y el interés de la colectividad. La ley que platee la obligación a vacunarse tendría que suspender derechos y libertades individuales en beneficio de la población general.
El rechazo a la vacunación es una actitud cada vez más frecuente y que, si legalmente no puede ser debatida, habría que buscar otras formas de conseguirlo, entre ellas una ley que pudiera facilitar la resolución de los supuestos que puedan surgir.