VIOLENCIA OBSTÉTRICA
Desde el Paleolítico Medio, hace 350.000 años, cuando se calcula que aparecieron los homínidos en la Tierra de forma anatómicamente moderna, nos hemos ido reproduciendo de forma natural durante siglos y siglos. El tributo que la mujer ha pagado por parir ha sido muy elevado durante éste tiempo, no sólo por la mortalidad que ha conllevado el dar a luz sino por las secuelas que han padecido nuestras antepasadas. Incluso hoy día en determinado paises de Africa, la mortalidad del parto natural se sitúa en torno a 1 de cada 20 partos.
Hasta hace 60 años la mayoría de las mujeres en España parían en sus casas en manos de sus madres, abuelas o mujeres que se dedicaban a «ayudar» o «asistir» (estar presente), y cuando la naturaleza no conseguía su propósito llamaban a algún médico, generalmente no especialistas, para que hiciera lo que fuera posible para que no murieran ni madre ni hijo. Hace un siglo la mortalidad materna por cesarea en nuestro medio estaba alrededor del 50%, por lo que se trataba de evitar a cualquier precio, incluido el del hijo que solía fallecer la mayoría de las veces, cuando las cosas se torcían. Poco a poco la Medicina y concretamente la Obstetricia ha ido consiguiendo reducir la Mortalidad materna y fetal, alcanzando cifras inimaginables para nuestros compañeros ginecólogos de hace una generación. La ciencia, el desarrollo de las vacunas, el descubrimiento de los antibióticos, el conocimiento de la Hematología, la mejora de las suturas, etc. han reducido los índices de morbilidad y de mortalidad a tasas insignificantes, dado que las Hemorragias, las infecciones, los traumatismos, etc. se tratan de prevenir o evitar aunque no siempre se consiga.
De hecho siguen existiendo secuelas como consecuencia de los embarazos y partos, como Fístulas, Incontinencias de Orina, Incontinencia de Heces, Prolapsos genitales como ejemplos.
Actualmente, estamos asistiendo a una ceremonia de la confusión por parte de nuestros políticos, o personas que les asesoran sin haber consultado a las sociedades científicas.
Parece una situación no sostenible y necesitamos voces autorizadas para que pongan las cosas en su sitio.
Hace unos días, la ministra de Derechos Sociales y sucesora de Pablo Iglesias aludió en un tuit que las intenciones de éste gobierno será englobar el término de violencia obstétrica en las denominadas violencias «de género», llegando a decir que: «La violencia obstétrica es una forma de violencia machista».
Según la Organización Mundial de la Salud , define la violencia como el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.
Es un despropósito. el término utilizado, como si las vidas de hijos y madres que salvamos a diario en nuestro país no tuvieran importancia, y que la realización de episiotomías o cesáreas se considerase una forma de violentar a las mujeres.
Es posible que durante una época donde los partos se atendían en los domicilios con un abandono absoluto del bienestar feto-materno, se haya pasado a un parto hospitalario totalmente medicalizado.
En nuestro ámbito ya no se hace ni una ni otra cosa, porque se trata de dar a la mujer y a su hijo el protagonismo que ha de tener dentro de la seguridad necesaria. Se realizan partos de baja intervención, en bañera, acompañada de la persona que quiera y en un ambiente que me consta que se trata de acomodar a los requerimientos de la parturienta, respetando sus deseos siempre que sea posible.
Entonces, ¿qué se pretende decir con Violencia Obstétrica y equipararlo a la Violencia Machista? Han conseguido que las mujeres acudan de parto a nuestros hospitales aterrorizadas, pensando que cuando menos las van a lesionar. Definitivamente vivimos en una sociedad de dirigentes enfermos, que están descerebrados y que en vez de emplear esfuerzos en mejorar las instalaciones para atender los partos, lo emplean en buscar culpables cuando la mujer no esté contenta por el resultado perinatal, generando un clima de desconfianza entre los profesionales sanitarios y las personas atendidas por éstos.
Estamos en un momento donde las matronas, los ginecólogos y el personal auxiliar atendemos a mujeres con COVID, y va en aumento. ¿Es que no hay nadie que se de cuenta la profesionalidad con la que trabajamos dentro de un clima respetuoso a las mujeres y sus acompañantes?
Hace un año se limitaban a incitar a dar un aplauso a las 20 horas, como si esa fuera la solución a la Pandemia COVID-19. Ahora ni eso, pronto nos veremos en los tribunales por haber salvado vidas jugándonos la vida. VIVIR PARA VER.
Dr. Andres Carlos López Diaz
Jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirón Málaga
Profesor de la Universidad de Málaga