Los provida constatan el «fracaso» de la eutanasia y piden que los cuidados paliativos sean «derecho de todos»

(Ref eldebate.com)

El médico paliativista Jacinto Bátiz defendió en el Congreso Nacional Provida que «aliviar el sufrimiento no debe consistir en eliminar a quien sufre»

La eutanasia es un fracaso», concluía, contundente, el médico Jacinto Bátiz durante en la segunda jornada del XXIV Congreso Nacional Provida. Bátiz, que ha dirigido durante 25 años la unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce, tiene claro que adelantar la muerte es una rendición, porque «aliviar el sufrimiento no debería consistir en eliminar a quien sufre».

La intervención se enmarca en un evento organizado por la Federación Española de Asociaciones Provida y la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), y que lleva por lema El lenguaje de la Vida. En su ponencia, el doctor Bátiz defendió la importancia de los cuidados paliativos como alternativa a la ley de la eutanasia recientemente aprobada. «La política se ha extralimitado», destacó, ya que carga a los médicos con una función con que no les corresponde.

«Yo no me hice médico para poder administrar la muerte a mis pacientes», insistía el también director del Instituto para Cuidar. Bátiz criticó que las entidades dedicadas a los cuidados paliativos no fueron consultadas en la elaboración de la ley de la eutanasia y se sumó a la petición de una ley que garantice que lleguen a todo aquel que lo necesita. «Pretendemos que los paliativos no sean privilegio de unos pocos, sino el derecho de todos».

Compromiso con el paciente

El autor del libro Cuestiones sobre la eutanasia también pidió a sus colegas médicos más formación en cuidados paliativos, porque «si no tenemos experiencia, lo único que se nos ha dado para ofrecer al paciente es una ley». También exigió a los objetores de conciencia no desvincularse del enfermo: «Cuando me acojo a la objeción de conciencia, no abandono al enfermo; le hago saber que estaré con él y le acompañaré, pero no le administraré la dosis letal ni le daré las pastillas para que lo haga», explicó.

Bátiz recordó el riesgo de caer en una «pendiente resbaladiza», y recordó a Bélgica y a Holanda, ambos países con leyes de eutanasia aprobadas hace 20 años: en el segundo caso, se abre la posibilidad de pedir la eutanasia por cansancio vital. «El que pide la muerte en realidad pide otra cosa, lo que no quiere es sufrir», señalaba el paliativista.

«Los paliativos no alargan la vida, la ensanchan», resumió Bátiz, recordando que el objetivo de estos tratamientos no es la muerte, sino cuidar de la vida mientras esta llega a su final, aliviando el dolor y procurando un control «adecuado y enérgico» de los síntomas. «Los cuidados paliativos dignifican el cuidado del enfermo», aseguró, y defendió que no solo deben ocuparse de la dimensión física del paciente, sino que también han de tener en cuenta aspectos como la espiritualidad o las emociones.

Bátiz confesó que él ha aprendido mucho de los enfermos que están muriendo -a valorar el tiempo, a distinguir lo profundo de lo superficial-, y planteó algunas claves para una auténtica buena muerte, como ser tratado en todo momento como un ser humano o no alargar innecesariamente la agonía, empleando métodos como -de ser necesaria- la sedación paliativa. «El grado de civilización de una sociedad -insistía el médico- se mide por cómo defiende a sus miembros más vulnerables».

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