La ética del vientre de alquiler

Manuel González Barón.
Director honorario de la Cátedra de Oncología Médica y Medicina Paliativa de la U. A. de Madrid.
Jefe ( jubilado ) del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario La Paz .Madrid

Dice el maestro de la ética médica Edmundo Pellegrino: «Lo que caracteriza a esta época es que los políticos, los pacientes, los especialistas en ética y los propios médicos, cada uno por sus propios motivos, están urgiendo a concepciones, de lo que los médicos deberían hacer, que están en radical desacuerdo con la ética tradicional.”

Los legisladores quieren que los médicos sean guardianes de los recursos de la sociedad e instrumentos del aparato burocrático. Los pacientes demandan autonomía absoluta y ven a los profesionales de la salud cada vez más como un instrumento de sus deseos. Los especialistas en ética quieren sustituir el modelo fiduciario de la relación médico paciente por un contrato y los administradores de los sistemas de medicina gestionada pretenden que los médicos sean empresarios, competidores e instrumentos para el beneficio .

“Las mismas capacidades de los médicos se degradan por un lado por demasiada tecnología y por otro, como dotado de poderes mágicos y como tal supuestos responsables de las debilidades de la naturaleza humana», y añade: “la mayoría de los complejos desafíos éticos que enfrentan hoy los médicos eran inimaginables hace unas décadas y para colmo, las cuestiones mas esenciales de la vida humana han sido arrancadas de sus fundamentos morales, de modo que la concepción humana, la vida y la muerte ya no son recintos sagrados, sino por así decir, nuevas oportunidades para la prestidigitación tecnológica”. Y en este contexto se plantea la llamada “gestación subrogada”.

Cuando una persona obtiene un hijo por una gestación subrogada o a través de un vientre de alquiler no suele salir bien al primer intento. ¿Cuántos “productos encargados” por aquellos que desean ser padres a cualquier precio se han quedado en el tintero? Son cada vez más frecuente los datos de los resultados no deseados.

Los productos deteriorados, esos niños recién nacidos o no nacidos aún, si no los desechan bien con abortos o con el asesinato, quedan sin padres, condenados a la indigencia, engordado la multitud de desheredados de la vida, tanto ellos como a las mujeres que les cobijaron en su gestación. Y no digamos nada cuando el parto resulta gemelar y hay que escoger a uno porque en el contrato solo se había hablado de un hijo, o nacen con trisomías, malformaciones u otros defectos de «fabricación”.

Por otra parte, tendríamos que hablar de la tramitación de esos niños nacidos en otros países donde esta práctica está normalizada y sin embargo los padres que han encargado esta vida gestada en el útero de otra mujer son de un país donde ésta práctica está prohibida, como ocurre en España. Pues en realidad se tolera y logran después de algunos trámites, regresar con los recién nacidos por la fuerza de legalizar hechos consumados para evitar que los niños queden sin familia.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ordena la inscripción del niño como hijo de los padres que realizaron el encargo o da a estos a la custodia cuando por el tiempo de convivencia transcurrido ha sido lo suficiente para haber creado un vínculo con el niño. Pero hay que preguntarse qué ocurre con la madre gestante pues cada vez existen más evidencias del apego con el niño que lleva dentro, no sólo transmiten los gametos material genético, sino que la situación humoral de la madre genera en el feto situaciones, conexiones y relaciones, que determinan en cierto sentido el futuro desarrollo emocional de esa nueva criatura.

En los casos de maternidad subrogada sin embargo se intenta que la mujer embarazada no tenga vínculos afectivos con ese hijo para evitar problemas cuando ya haya nacido. Por ello la mujer embarazada se considera simplemente receptáculo y así se hace constar en el contrato, puesto que todo ello hay que considerarlo únicamente como un mero contrato mercantil. ¿No les parece denigrante y una burla a la dignidad de la mujer?

A mí se me ocurre que esto es una aberración ética, es un ejemplo de cómo la legislación debe exigir por imperativo ético prohibir este tipo de contratos, como ocurre con la venta de un órgano para el trasplante. Estamos ante una mercantilización de la maternidad y por ello la de denigración de la dignidad de la mujer gestante. Algunos legisladores admitirían exclusivamente la subrogación altruista. Pero esto es una quimera a efectos prácticos . No hay un altruismo de pago. No existen voluntarias que no queden retribuidas, aunque se oculte y disimule bajo la premisa de retribución compensatoria, por los gastos y molestias. Esta hipocresía no es más que una forma de pago.

Hay numerosos organismos como el Comité Consultivo Nacional de Etica francés qué define la maternidad subrogada como una manera de explotación de la mujer y cosificación del niño. Así mismo la declaración de Casablanca que reunió a médicos, juristas y filósofos de más de 10 países, pide a los estados un compromiso firme contra esta práctica. Se trata pues en definitiva de una industria a tenor de sus procedimientos.

Por último, me gustaría comentar un aspecto, realmente el más importante, de este problema, aunque paradójicamente nadie habla de él, ni en la revistas del corazón, ni en los discursos políticos ni en las tertulias televisadas; en la mayoría de los casos en la gestación subrogada se utiliza el método de fecundación invitro. En este proceso se extraen óvulos de la madre biológica o de una donante y se fecunda con el esperma del padre biológico o de un donante y luego se implanta en el útero de la mujer destinada a la gestación; el embarazo continúa de una manera normal y después del nacimiento el bebé es entregado a los padres que lo han encargado “el producto”. En este sentido hay, aparte de considerar una explotación laboral y una violación de los derechos de la mujer como hemos visto anteriormente, no existe la donación altruista.

Nadie habla de la sacralidad de la vida humana y de cómo debe de ser protegida desde su concepción hasta el fin natural. En este sentido, la gestación subrogada hay que considerarla como una manipulación y experimentación con vidas humanas que va contra los valores de la dignidad del ser humano.

En resumen, son numerosas las cuestiones éticas que deben ser abordadas con respeto a la dignidad humana, cualquier manipulación o experimentación con la vida y con los gametos transmisores de vida de personas tendríamos de considerarla como algo sagrado. Lo mismo que el derecho de la mujer gestante a decidir libremente sin coacción y sin mediación mercantil. Hay que insistir que NO EXISTE un derecho a ser padre o madre, lo que puede existir es el deseo de tener hijos, aunque no puedan hacerlo de manera natural son muy convenientes las alternativas éticas respetuosas con la vida humana para ayudar a estas parejas, así como facilitar y acelerar los trámites de la adopción de niños, con lo que lograríamos un doble efecto beneficioso.

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