Errasti: «El número de arrepentidos entre los que iniciaron un cambio de sexo es un fenómeno creciente»

(Ref eldebate.com)

Los psicólogos y profesores de la Universidad de Oviedo José Errasti y Marino Pérez Álvarez se vieron involucrados hace justamente un año en la creciente cultura de la cancelación. Autores del ensayo Nadie nace en el cuerpo equivocado, crítico con la ideología ‘queer’, algunos intentaron boicotear su presentación acusándoles de haber escrito un libro «transfóbico».

En realidad, Errasti y Pérez proponían, ante el ruido y la furia de las protestas, datos y conclusiones avalados por la ciencia y la experiencia. La obra acabó convirtiéndose, en plena ebullición por la aprobación de la polémica ley trans, en un best seller. Ahora, regresan con un manual más práctico y funcional, que se titula Mamá, soy trans (Deusto), donde han pretendido confeccionar «una guía para familias de adolescentes con conflictos de género».

Para reforzar su posición ante los críticos de siempre, esta vez cuentan con la colaboración y el testimonio de Nagore de Arquer, alumna suya de Psicología y mujer «desistidora» de un proceso de transición de género.

Los tres están convencidos que, antes de iniciar un proceso de cambio de género de efectos irreversibles, es vital un buen diagnóstico y un estudio pormenorizado de la historia de esa persona que se enfrenta al malestar respecto a su cuerpo, algo que hoy en día no se está dando. Y es que las prisas, y más en este tema, nunca han sido buenas consejeras.

–Una tabla de salvación para las familias, ya que la ley trans las ha dejado desprotegidas jurídicamente…

–La ley obliga tanto a familias como a centros educativos como a profesionales a utilizar un determinado enfoque respecto a la disforia de género y los malestares con el cuerpo, que han experimentado un auge tan grande. En el caso de las familias, entendíamos que esto podía suponer una tesitura desasosegante y confusa y presentamos el libro como una ayuda concreta y práctica para ellas.

–¿Qué se debe hacer cuando nuestra hija de 13 años o 14 años nos dice que se siente chico habida cuenta que la ‘oferta’ hoy día vira hacia lo irreversible?

–Nosotros proponemos un programa de cuatro ideas: la primera es la sensatez. No podemos renunciar a las ideas bien asentadas en la ciencia y la evidencia, como que el sexo en la especie humana es binario y que nadie nace en un cuerpo equivocado, porque no es posible un ‘error’ en la concepción al combinarse los cromosomas. Aquí no caben variables subjetivas. Por cierto, discrepar y debatir no es odiar. Ni siquiera cuando discrepamos sobre lo que una persona dice de sí misma.

A su vez, cuando hablamos de sensatez, hacemos un alegato por defender la verdad. Da la sensación que se puede renunciar a ella cuando tratamos a una persona que ha sufrido tanto pero entendemos que es justo lo contrario. Renunciar a la verdad nunca es adecuado, a pesar de que vivimos en una sociedad donde está muy desvalorizada porque se le ha impuesto la subjetividad.

En segundo punto está la prudencia. El punto de partida es demoledor. El 87 por ciento de las chicas adolescentes que acuden a Transi (Servicio de Salud catalán que atiende los problemas de identidad de género), sale de la primera consulta con la receta de testosterona en la mano. Obviamente no ha dado tiempo a evaluar ni valorar nada, pero se le trata como una clienta que demanda algo, una actitud muy imprudente.

El tercer punto es la comprensión. La adolescencia siempre es difícil y en nuestra sociedad aún más, donde se practica una competencia feroz a través de las redes sociales donde se imponen aquellos o más sotisficados o especiales. Todos llevan en su bolsillo una enciclopedia entendemos que nefasta que es la pornografía. Sin capacidad crítica y con un deseo sexual en formación, se exponen a modelos inadecuados y agresivos.

La cuarta y última es el respeto, por ellos y por lo que nos están contando. Pero el respeto no significa dar la razón. Nuestro hijo se merece la atención a medio y largo plazo que podamos ofrecerle, no la más cómoda.

Nadie nace en el cuerpo equivocado

–¿Por qué nadie nace en el cuerpo equivocado y sobre todo, por qué esta afirmación ha sentado tan mal en un determinado sector?

–El título de nuestro libro anterior tuvo dos críticas principales: una que decía que desde el movimiento transactivista nadie había defendido que se pusiera nacer en el cuerpo equivocado. Y la segunda crítica es que sí se puede nacer en el cuerpo equivocado, algo que sin querer, desactivaba a la primera. Obviamente, nosotros decimos que nadie nace en el cuerpo equivocado porque no existe la posibilidad de error en la materialización de los cromosomas. La persona es posterior. Cualquier discrepancia respecto al cuerpo deberá analizarse en términos de cómo se ha construido la persona y en qué contexto. Se puede nacer en sociedades equivocadas y en discursos equivocados, que dicen cómo han de ser los hombres y las mujeres. El género perpetúa ideologías sexistas mientras al cuerpo sigue sin pasarle nada.

–¿Qué aporta la colaboración en esta obra de Nagore de Arquer, una mujer «desistidora» de un proceso de transición de género?

–En las presentaciones del libro anterior, nos encontrábamos con la pregunta de qué se debía hacer si mañana nos encontrábamos con la situación de que nuestra hija era un chico. Así que entendimos que debíamos abordar una guía práctica y aplicada y qué mejor que hacerlo junto a alguien que estuviera metidísimo en el día a día de esta problemática. Nagore es alumna nuestra en la Universidad de Oviedo y entendimos que era la persona adecuada de conocer en primera persona esta situación, aparte de su buena formación como psicóloga.

–¿A qué se debe este alto número de personas arrepentidas de la actualidad? –Es un fenómeno creciente y lo será más dentro de unos pocos años. Se está abordando mal el problema cuando alguien tiene malestares respecto a su cuerpo porque se interviene erróneamente. Por tanto, no es de extrañar que tras un primer momento eufórico, el paso del tiempo complique ese malestar porque han aparecido síntomas físicos como fruto de una intervención irreversible, lo que complica aún más la relación de esa persona con su cuerpo. Yo creo que todos estamos arrepentidos de nuestra adolescencia o de parte de ella. Pero la clave es arrepentirse de cosas reversibles. Ahora nos encontramos con que a los adolescentes les están empujando a tomar decisiones irreversibles. A edades a las que no están preparados. Se colocan sobre cintas transportadoras como la medicación que luego resulta muy complicado abandonar. Antes se sabía que la mayor parte de las disforias se superaban con solo acabar la adolescencia. Pero una vez que el enfoque afirmativo se impone, el porcentaje de los que salen ya es más pequeño. A la par que crece su problemática. El transactivismo encumbra como héroes a aquellos que deciden transaccionar. En el momento que deciden destransaccionar, se convierten en traidores de la causa.

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