La Fiscalía respalda el derecho a la eutanasia de la joven de Barcelona a la que su padre se opuso
(Ref observatoriobioetica.org)
El pasado 11 de marzo, la justicia autorizó la eutanasia para una joven parapléjica de 24 años, cuya solicitud había sido previamente anulada por una sentencia que respaldaba la oposición de su padre. Esta nueva resolución revierte la decisión anterior y reconoce el derecho de la joven a acceder a la muerte asistida.
La joven, que padece una lesión medular como secuela de un intento de suicidio en 2022, vive en un centro sociosanitario y se desplaza en silla de ruedas.
Según la Fiscalía Provincial de Barcelona, la mujer cumple los requisitos que prevé la ley para recibir la prestación de ayuda a morir solicitada, su decisión es «firme, libre y autónoma» y se encuentra en situación de «contexto eutanásico».
Los servicios jurídicos de la Generalitat aseveran que el padre no está legitimado para intervenir en esta causa, ya que la joven no tiene limitadas sus capacidades y no convive con él. Además creen que éste actúa por una «divergencia de carácter ideológico».
El padre, que está siendo representado legalmente por Abogados Cristianos, presentó alegaciones el 12 de marzo, ya que la joven padece enfermedades mentales diagnosticadas que afectan a su capacidad de tomar decisiones.
Asimismo, aseguran que la chica no cumple los requisitos legales para solicitar la eutanasia, ya que su estado de salud mejora con tratamiento y su dolor se puede controlar con medicación.
Cabe recordar que en agosto de 2024 la joven estuvo a punto de recibir la eutanasia, pero su padre presentó un recurso y la jueza la detuvo cautelarmente.
Valoración bioética
El respeto a la autonomía del paciente psiquiátrico implica la necesidad de una cuidadosa valoración de su capacidad para la toma de decisiones no maleficentes, de consecuencias irreversibles en muchos casos. La aplicación de la eutanasia a estos pacientes es la consecuencia del fracaso asistencial del sistema que la promueve. En lugar de recibir la atención clínica y el acompañamiento que necesitan, se les facilita el suicidio asistido o la eutanasia, traicionando los principios de la medicina cuyo objetivo es curar, paliar, prevenir y cuidar.
Como ha abordado previamente el doctor Mariano Casado Blanco en un informe publicado en nuestro Observatorio, “diferentes estudios han demostrado que el deseo de morir que manifiesta un paciente en un momento determinado no se mantiene estable en el tiempo y está directamente relacionado con otras variables que pueden ser tratadas oportunamente y de manera satisfactoria, impidiendo determinadas conductas de tipo impulsivo”.
Tomar una decisión firme, libre y autónoma, como afirma en este caso la fiscalía, no implica que esta decisión deba ser secundada. De manera firme, libre y autónoma alguien opta por destruir la propia vida o la de otros, o hacer daño de distintas maneras, lo que implica la necesaria limitación del ejercicio de su libertad, aunque fuera firme y autónoma.
El paciente que pide morir, lo que en realidad necesita es ser atendido, aliviado, acompañado y tratado en sus sufrimientos. Provocarle la muerte supone una forma de abandono injustificable, impropia de una civilización que debería ocuparse más de sus miembros más débiles.
Julio Tudela
Ester Bosch
Observatorio de Bioética
Instituto Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia